Carta de Peter Pan para Wendy

Querida Wendy,

Te escribo desde la desesperación que provocan los años perdidos. Lo sé, prometí no hacerlo. Pero, dime, ¿acaso en el mundo real alguien perdería la última oportunidad de agarrarse a la cordura?

Llevo años sin saber nada de ti. Es más, según mis cálculos, a estas alturas ya tendrías que haber muerto. Quizás esta dirección a la que escribo, Bloomsbury e incluso el propio Londres hayan sido arrasados por alguna cruel guerra de esas que, lo creerás o no, incluso echo de menos. No me importa, la esperanza de que algún día leas estas líneas me mantendrá vivo por un tiempo.

Qué razón tenía tu padre, querida Wendy. Todas estas historias de piratas y sirenas han terminado por destruirme.

¿Nunca Jamás?

Qué gran estafa. Todo camino ha de terminar en algún sitio. ¿De qué sirve ser eternamente joven si en las pupilas de los Niños Perdidos solo veo reflejado a un tipo funesto y fatigado? Me veo traicionado por mi propio ánimo, caminando en círculos por esta vida que vosotros, los de entonces, cruzáis en una línea recta pero segura.

Ahora comprendo por qué mi sombra huía despavorida, augurando el ruinoso destino que me esperaba. A pesar de tenerlo prohibido, ahora comprenderás por qué no he podido visitarte durante todos estos años: no soy capaz de pensar en nada que me recuerde lo que significa ser feliz, por tanto soy incapaz de volar.

Campanilla, Garfio, Tigrilla… ah… hermosas metáforas sin duda inventadas por mi alocada cabeza, intentando crear un mundo donde merezca la pena vivir. Sin embargo ahora hemos llegado hasta aquí. A ti te he perdido. A mí me he perdido. A menudo pienso en lo fácil que hubiera resultado dejarse engullir por el cocodrilo. Pero hasta para eso, adorada Wendy, hasta para eso hace falta un punto de madurez del que sin duda carezco.

Cuando a mi cabeza acuden tus ojos, intento mantenerme quieto en esta pasarela desde la que solo observo agua y más agua, un vasto mar que, sospecho, no tendrá reparos en destruirme dolorosamente.

Me cuentan que por Europa las cosas no andan mucho mejor. Que poco queda de la dignidad que tu padre intentó, con éxito, inculcarte. Espero que hayas sobrevivido a la epidemia de estupidez que se cierne sobre el mundo real y que mantengas la ilusión de volver a subir al barco rumbo a Nunca Jamás, incluso sabiendo que en el último momento dejarías que escapase sin ti.

Yo, mientras tanto, qué más te puedo decir. Solo esta carta consigue que no me arroje al abismo, recordándote junto a todos nuestros amigos que algún día, por remoto que parezca ahora, fueron reales.

Sin más me despido no sin antes decirte que te necesito, Wendy.

Firmado: Peter Pan.

a-magia-da-escrita